CAPITULO 27:

 Al Día siguiente 

Cuando Leo llego a la escuela fue recibido por Manuel Danielle y Verónica su novia

Preguntando que le paso en el pie

Me hice un esguince durante el entrenamiento de karate como le conte a Vero por mensaje ayer nada grave solo debo descansar y no hacer tanto esfuerzo Y antes de que pregunten, vamos a usar el ascensor. No pienso subir escaleras con esta cosa. Vamos debemos ir al aula 22 de música con Carlos Romera 

Eso espero, porque no pienso cargar tu mochila si te caes -dijo Danielle, riendo suavemente mientras caminaban juntos hacia el edificio.

Los cuatro se dirigieron al ascensor, charlando mientras subían. A pesar de su lesión, Leo se sentía tranquilo y aliviado de tener a sus amigos a su lado. La música sería un buen cambio de ritmo después de todo el drama del día anterior.

Y debere llevarla 2 semanas por lo que espero que Sofia y Carmen tengan humanidad hoy

Yo no se que tanta humanidad tendran-dijo Manu

Bueno siempre esta la tactica yo soy profe y ellas alumnas ademas ni puedo caminar bien por lo que por mas que deba pasar no me va a dejar este caminar

Verónica suspiró de alivio, aunque no pudo evitar fruncir el ceño.

Sí, pero igual me preocupa. Prométeme que te vas a cuidar, ¿sí?

Lo prometo -dijo Leo, esbozando una ligera sonrisa mientras le daba un pequeño apretón en la mano.

Bueno, bueno, Romeo, guarden el drama para después -bromeó Manuel, sonriendo-

Al llegar al aula 22 de música, Leo y su grupo se acomodaron en sus asientos. Carlos Romera, un profesor relajado y amante de la música clásica y moderna, entró al aula con su característico portafolios lleno de partituras.

¡Buenos días, clase! -dijo Carlos con entusiasmo.- Hoy vamos a practicar ritmos básicos y a identificar instrumentos en distintas piezas. Pero antes, Leonardo, ¿qué te pasó?

Leo levantó la vista mientras se acomodaba en su asiento.

Un esguince, profe. Nada grave, pero tendré que usar esta bota por un par de semanas.

Vaya, lo siento, muchacho. Bueno, al menos aquí puedes relajarte. ¡La música siempre es un buen remedio! -Carlos sonrió y luego miró al resto de la clase.- Muy bien, chicos, saquen sus instrumentos o sus cuadernos de música.

Mientras el profesor explicaba, Manuel le pasó un papelito a Leo con una nota escrita apresuradamente:

"Si necesitas ayuda para levantarte al piano o algo, avisa. Te cubro."

Leo miró a Manuel y le agradeció con un gesto discreto. Por otro lado, Verónica estaba atenta al profesor, aunque de vez en cuando echaba miradas rápidas a Leo, asegurándose de que estuviera cómodo. Danielle, por su parte, tarareaba una canción mientras organizaba sus materiales.

Cuando llegó el momento de interpretar ritmos en los teclados, Carlos asignó parejas. Verónica se unió a Leo.

Bien, señorita novia, ¿lista para mostrarme cómo se toca esto? -bromeó Leo mientras ajustaba el teclado frente a él.

Siempre lista para impresionar -respondió Verónica, sonriendo y tomando asiento junto a él.

A pesar de su lesión, Leo se sentía cómodo y hasta feliz. A diferencia de las tensas clases con Carmen o Sofía, las horas de música eran un oasis en su día escolar.

Más al final del día a las 12:15 Los alumnos fueron al aula 27 para gramática con Sofía

Sofía al ver la bota de Leo tuvo la humanidad de no elegirlo

Juan Pablo ven aquí-dijo Sofia

Pero como siempre ya que Leo no fue elegido algunos de sus compañeros como Austin y sus amigos empezaron a quejarse de que no tienen su habitual show de entrenamiento 

¿Está fingiendo? -dijo Austin en voz baja, pero lo suficientemente fuerte para que Leo lo escuchara. -Seguro que solo no quiere leer.

¡Claro! -añadió Héctor.- Eso no parece un esguince. ¡Seguro lo está inventando para no hacer el trabajo!

Los murmullos se volvieron más intensos, y aunque Sofía estaba consciente de lo que pasaba, parecía dudar por un momento, ya que ella misma no quería creer que Leo estuviera aprovechándose de su lesión. Sin embargo, no tenía pruebas de lo contrario y la situación comenzó a incomodarla.

Leo, que se sentía observado y juzgado, levantó la cabeza, los ojos llenos de furia. Sabía que esos chicos no cambiarían, pero no quería dejar que su vulnerabilidad fuera objeto de burla.

¿Fingiendo? -dijo con voz baja pero firme, sin volverse a mirar a los chicos.- ¿Lo estoy haciendo? ¿De verdad me ven fingir que no puedo caminar?

¿Qué pasa, Leo? ¿Te duele tanto? -se burló Edward, haciendo gestos exagerados mientras se reía junto a los demás.

Y a ti qué te pasa?¿estas más idiota de lo normal?¿necesitas que te dé unos buenos cinturonazos en tu espaldita o eres un bebé cobarde?

Sofía, mirando la situación desde su escritorio, finalmente decidió intervenir, aunque no de la manera que Leo esperaba.

Ya basta ustedes no tienen derecho de molestar a Leonardo y Leonardo si lo estas fingiendo mejor ven aquí y demuestra que no estas fingiendo 

No estoy fingiendo profesora en verdad me lesione y no puedo caminar bien

Leo se quedó en su lugar, sosteniendo su mirada firme sobre Sofía mientras todos los ojos de la clase se centraban en él. El ambiente se llenó de tensión. Aunque estaba acostumbrado a enfrentarse a situaciones difíciles, esta vez sentía una mezcla de cansancio y frustración.

No estoy fingiendo, profesora -dijo con voz firme pero contenida. -En verdad me lesioné, y no puedo caminar bien. Pero si necesita que lo demuestre para dejar de dudar de mí, lo haré.

Manuel, sentado cerca de Leo, levantó la mano inmediatamente.
Profesora, ¿de verdad cree que Leo inventaría algo así? Si necesita pruebas, solo mire cómo camina o la bota ortopédica que lleva. Esto es una falta de respeto.
Sofía parecía dudar por un momento, como si su razonamiento interno estuviera en conflicto. Los murmullos de los bullies continuaron en voz baja, alimentando la tensión en la clase.
¡Silencio, chicos! -dijo finalmente Sofía, visiblemente incómoda. -Leonardo, está bien. No tienes que moverte de tu lugar. Pero quiero que leas el texto desde tu asiento.
Leo apretó los labios y asintió, intentando contener su enojo. Sabía que, aunque no le pidieran levantarse, el hecho de tener que leer en voz alta seguía siendo una prueba impuesta por la profesora.
De acuerdo, leeré -dijo, tomando su libro de gramática.
Mientras comenzaba a leer, su dislexia hizo que se detuviera varias veces. Las palabras se mezclaban en su cabeza, y las pausas eran inevitables. A pesar de ello, Leo continuó con esfuerzo, decidido a demostrar que no era un farsante.
Desde el fondo, Héctor soltó una risita, pero Manuel lo fulminó con la mirada.
¡Héctor, cállate! -dijo Manuel en voz baja pero lo suficientemente fuerte como para que se escuchara.
Verónica, que estaba sentada al otro lado del aula, también intervino.
Si alguno más se atreve a burlarse, tendrá que responderme a mí primero -dijo con firmeza, mirando directamente a Austin y sus amigos.
Sofía, viendo que la situación estaba a punto de descontrolarse, intentó recuperar la autoridad.
¡Basta todos! -exclamó. -No toleraré más interrupciones ni burlas. Leonardo, sigue leyendo cuando estés listo.
Leo continuó, aunque su voz temblaba ligeramente por la frustración acumulada. Cuando terminó el párrafo, dejó el libro en su mesa y miró a Sofía directamente.
Ahí está, profesora. ¿Fingí algo?
Sofía no respondió de inmediato. Se limitó a asentir con la cabeza, visiblemente incómoda.
Bien hecho, Leonardo. Ahora continuemos con la clase.
El resto del aula permaneció en silencio, pero Leo sabía que los murmullos y las miradas no terminarían ahí. Aun así, se sintió satisfecho de haber demostrado que no permitiría que nadie, ni siquiera Sofía, pusiera en duda su integridad.
A las 13:30 
Los alumnos salen de un aula y van a la siguiente justo al lado 
El aula 28 donde tenian geometría con Carmen 
Carmen al ver la bota de Leo no tuvo tanta humanidad y pensando que estaba fingiendo lo hizo sufrir 
Lo hizo arrodillar y poniéndolo en el rincón le hizo sujetar libros pesados y cada vez que Leo baja a los brazos o se apoyaba en cuatro patas 
Carmen lo regañaba y obligaba a volver a la posición 
Leonardo Gómez Padilla, ¿así es como vienes a clase? ¿Con excusas para no trabajar? -dijo Carmen con tono cortante.
Leo la miró, cansado y ya al borde de su paciencia.
No son excusas, profesora. Me lesioné durante el entrenamiento de karate y…
¡Silencio! -lo interrumpió Carmen, cruzando los brazos. -Eso no te excusa para no participar. Si puedes caminar hasta aquí, también puedes demostrar que no estás fingiendo.
Antes de que Leo pudiera responder, Carmen señaló un rincón al frente del aula.
Arrodíllate ahí y sostén estos libros. Vamos a ver cuánto aguantas sin quejarte.
Los murmullos de los compañeros comenzaron a llenar el aula. Algunos estaban sorprendidos, otros simplemente entretenidos con lo que parecía ser un espectáculo. Verónica levantó la mano inmediatamente.
¡Profesora, eso es injusto! ¡Leo está lesionado, no debería…!
¡No es asunto tuyo, Verónica! -la cortó Carmen. -Si sigues interrumpiendo, serás la próxima.
Leo suspiró profundamente, apretó los dientes y, para evitar más conflictos, obedeció. Se arrodilló con dificultad en el rincón y tomó los libros que Carmen le entregó. El peso era considerable, pero intentó mantenerse firme, aunque su pie lesionado le dolía.
Los minutos pasaban, y el dolor en sus brazos y su pie aumentaba. En un momento, no pudo evitar bajar los libros, apoyándose en las manos para aliviar el peso.
¡Leonardo! -gritó Carmen, golpeando su escritorio con la regla. -¡Vuelve a la posición o tendrás una sanción adicional!
Leo levantó los libros de nuevo, su rostro rojo por el esfuerzo y la frustración. Verónica, Manuel y Danielle lo miraban con preocupación, claramente incómodos con la situación.
Manuel finalmente no pudo quedarse callado.
Profesora, esto es abuso. No puede obligarlo a hacer algo así.
Carmen se giró hacia Manuel, con una sonrisa fría.
¿Quieres unirte a él, Manuel? Porque puedo arreglar eso.
Manuel abrió la boca para responder, pero Leo lo detuvo con una mirada.
Déjalo, Manu -dijo Leo con voz tensa, aguantando el peso de los libros. -No vale la pena.
Finalmente, cuando la campana sonó para marcar el final de la clase, Carmen permitió que Leo dejara los libros. Él se levantó con dificultad, ayudado por Manuel y Verónica.
Espero que esto te enseñe a no fingir lesiones -dijo Carmen mientras guardaba sus cosas.
Leo no respondió. Sabía que cualquier palabra que dijera solo empeoraría las cosas. Pero en su mente, el resentimiento hacia Carmen crecía con fuerza.
Mientras salían del aula, Verónica susurró:
Esto no puede seguir así, Leo. Tenemos que hacer algo.
Lo sé -respondió Leo en voz baja. -Pero primero, necesito un descanso de este infierno.
Saliendo del salón, Leo, acompañado por Verónica, Manuel y Danielle, se dirigió directo a la oficina de la Directora. Su rostro era una mezcla de furia y cansancio, y cada paso que daba parecía cargar el peso del mundo.
Al llegar, sin siquiera detenerse a tocar, pateó la puerta con su pie sano, haciendo que esta se abriera de golpe.
¡Esto tiene que parar ahora mismo! -gritó Leo al entrar, llamando la atención de la directora María Graciela, que estaba revisando unos papeles detrás de su escritorio.
Leonardo Gómez Padilla, ¿qué significa esto? -exclamó la Directora, levantándose con el ceño fruncido.- ¡Esta no es forma de dirigirse a mí ni de entrar a mi oficina!
¿Forma? -respondió Leo con una risa amarga.- ¿Habla de formas cuando una de sus profesoras me obligó a arrodillarme, sujetar libros pesados y soportar humillaciones delante de toda la clase? ¿Eso no es un problema para usted?
Verónica intervino, con un tono más controlado:
Directora, lo que Carmen hizo hoy fue abuso. Leo está lesionado, claramente, y aun así lo sometió a una tortura innecesaria.
No estoy exagerando -añadió Manuel.- Lo que pasó en geometría hoy fue inhumano.
La Directora se sentó lentamente, su rostro mostraba un conflicto interno.
Escuchen, entiendo que están molestos, pero no puedo tomar decisiones precipitadas. Necesitaré investigar el incidente.
Leo dio un paso adelante, apoyándose levemente en Verónica para no forzar su pie lesionado. Su voz estaba cargada de furia contenida:
No hay nada que investigar. Lo que hizo Carmen fue abuso físico y emocional, y si usted no toma medidas ahora, lo haré yo.
La directora frunció el ceño, claramente incómoda.
¿Qué estás insinuando, Leo?
Él sacó su celular y comenzó a buscar algo en sus archivos, pero sus palabras congelaron la habitación.
Si usted no despide a Carmen, tomaré justicia por mi propia mano. Y créame, no será bonito.
Danielle, horrorizada, le tiró del brazo.
¡Leo! ¡No puedes decir algo así!
¿Porqué no? -respondió Leo, mirando a Danielle con una mezcla de tristeza y determinación. -¿Cuántas veces tengo que aguantar que me humillen, me maltraten y me hagan sentir como un inútil?
La Directora lo observó con seriedad, pero no pudo evitar sentirse intimidada por el tono del joven.
Leonardo, entiendo que estás molesto, pero lo que acabas de decir es extremadamente grave. Necesito que te calmes ahora mismo.
Leo dejó el celular a un lado y se apoyó contra el marco de la puerta, suspirando profundamente.
Estoy calmado, Directora. Pero no voy a tolerar esto ni un día más. ¿Va a hacer algo, o voy a tener que resolverlo yo mismo?
La Directora María Graciela sabía que tenía que actuar con rapidez.
Escucharé tu queja formal, Leonardo. Pero quiero que entiendas que esto no es una amenaza, es un proceso administrativo.
El abuso no necesita procesos. Necesita justicia -respondió Leo, antes de darse la vuelta y salir del despacho, seguido por sus amigos, que intentaban calmarlo.
Verónica se acercó y le susurró al oído:
Leo, esto no se puede quedar así, pero tampoco puedes enfrentarlo solo. Confía en nosotros, ¿sí?
Leo asintió, aunque por dentro seguía sintiéndose al límite.
Cuando Leo llego a casa apoyándose en Manuel(ya que dejaron a las chicas en sus respectivas casas)y con una lata de cerveza en la mano 
Manu no hubiera dejado que Leo bebiera pero dado lo emocionalmente roto que estaba le permitió beber para que se calme y no vaya a cometer la locura que amenazó
Lorena los vio e inmediatamente quiso gritarle a Leo pero Manu le hizo señal de silencio lo llevo a Leo arriba y lo dejo acostado en su cama ayudando a que suba las escaleras de la cama alta 
Una vez Manuel bajo a la sala vio que Lorena preparo té por lo que Manu sabía que debía contarle lo que sucedió en la clase de geometría con Carmen
¿Qué pasó, Manuel?¿Porqué mi hijo llega así?¿Porqué tenía una lata de cerveza?
Manuel suspiró profundamente y se sentó frente a ella.
Señora Lorena, lo que voy a contarle no es fácil. Pero necesita saberlo.
Lorena dejó la tetera sobre la mesa y cruzó los brazos, esperando.
Hoy, en la clase de geometría, Carmen...la profesora...abusó de Leo.
¿Cómo qué abusó?-preguntó Lorena, sus ojos llenos de incredulidad.
Lo hizo arrodillarse con libros pesados en las manos y lo obligó a quedarse así, incluso con su lesión. Cada vez que intentaba apoyarse o cambiar de posición, lo regañaba y lo obligaba a volver. No solo lo humilló delante de la clase, señora, lo torturó.
Lorena se llevó una mano a la boca, horrorizada.
¡¿Y porqué no me enteré antes?!¡¿Porqué no me llamó la escuela?!
Leo fue directo a la Directora después de la clase. Estábamos con él, pero...señora Lorena, su hijo está al límite. Amenazó con hacer justicia por su propia mano si la Directora no despedía a Carmen.
¡¿Qué quiere decir con "justicia por su propia mano"?!
Manuel bajó la mirada, sin saber cómo suavizar lo que estaba a punto de decir.
Leo insinuó que podría... matarla. Señora, Leo está roto emocionalmente. Está tan cansado de los abusos, las humillaciones, y de que nadie haga nada, que está empezando a pensar que la única forma de resolver esto es con violencia. A lo sicario 
Lorena se dejó caer en la silla, atónita.
No...no puedo creerlo. Mi hijo...mi Leo...
Manuel se inclinó hacia adelante, hablando con firmeza.
Señora, Leo necesita ayuda. Y no me refiero solo a solucionar lo de Carmen. Necesita apoyo emocional, terapia, alguien que lo escuche y lo ayude a procesar todo lo que ha pasado.
¿Y tú?¿Porqué le dejaste beber?-preguntó Lorena, aunque su tono ya no era de enojo, sino de preocupación.
Porque si no lo hacía, temía que saliera de su casa esta misma noche a hacer algo que no podríamos detener. Preferí que se calmara con eso antes de que cometiera una locura.
Lorena asintió lentamente, tratando de asimilar todo.
Gracias por traerlo a casa, Manuel. Tienes razón...mi hijo necesita ayuda. Y yo debo hacer algo al respecto antes de que sea demasiado tarde.
Manuel asintió, levantándose de la silla.
Haré lo que pueda para apoyarlo, señora. Pero Leo necesita que ustedes también estén ahí para él.
Lorena lo observó con lágrimas en los ojos.
Lo estaré. Haré todo lo que sea necesario.
Mientras Manuel salía de la casa, Lorena se quedó en la sala, mirando el té enfriarse mientras pensaba en cómo recuperar a su hijo antes de que se perdiera por completo.
Esa misma noche después de que Saúl llegara a casa 
Lorena le debió contar lo que paso en la escuela con Leo y decir sobre lo de la terapia 
Sin embargo Saúl solo dijo que Leo necesitaba esa disciplina y lo que hizo Carmen es correcto por lo que Lorena incrédula le dice
Obligar a TU HIJO lesionado a arrodillarse es correcto ¿osea solo porque no le creía que en verdad esta lesionado lo torture?¿Sabes qué Leo amenazó a la Directora con que si no hace algo con Carmen Leo se encargará el mismo de hacer justicia por su propia mano?qué en termino de Leo eso es agarrar una pistola y matar a Carmen de un disparo. Leo fue directo a la Directora después de esa clase. Está emocionalmente destrozado, Saúl. Llegó a casa con una lata de cerveza, y Manuel tuvo que calmarlo porque nuestro hijo amenazó con hacer justicia por su propia mano si la directora no hace nada con Carmen.
Saúl frunció el ceño.
¿Y qué significa "justicia por su propia mano"?
En términos de Leo, significa agarrar una pistola y dispararle a Carmen.
Saúl se inclinó hacia adelante, mirándola con incredulidad.
¿Estás diciendo que nuestro hijo está tan fuera de control que amenazó con matar a una profesora?
¡Sí, Saúl! Y todo porque está "harto del abuso", de que nadie haga nada, de que no lo escuchen!
Pero en lugar de compartir la preocupación de Lorena, Saúl se encogió de hombros.
Pues tal vez Carmen tenía razón. Tal vez Leo necesita más disciplina. Quizás lo que hizo la profesora es lo que él necesitaba para dejar de quejarse tanto.
Lorena lo miró fijamente, incrédula.
¿Qué estás diciendo? ¿Que obligar a TU HIJO LESIONADO a arrodillarse y sostener libros pesados es correcto? ¿Que torturarlo es la forma de enseñarle disciplina solo porque no le creían que estaba lesionado?
Es parte de aprender a ser fuerte, Lorena. La vida no es fácil, y Leo tiene que entender eso.
Las palabras de Saúl fueron como una bofetada para Lorena. Se levantó de su silla, furiosa.
¡¿"Parte de aprender a ser fuerte"?! ¿Sabes que Leo amenazó con matar a Carmen? Está tan quebrado emocionalmente que no ve otra salida más que la violencia, ¡y tú piensas que está bien lo que le hicieron!
Saúl se mantuvo en silencio por un momento, pero su expresión seguía siendo terca.
Lo que necesita Leo es aprender a manejar su temperamento.
¡NO, SAÚL! Lo que necesita es terapia, apoyo emocional, padres que lo escuchen y lo defiendan. Pero tú prefieres justificar el abuso porque crees que eso lo hará "fuerte".Lo único que estás logrando es que tu hijo se pierda más en su dolor y en su odio.
Saúl se quedó callado, incapaz de responder a la intensidad de las palabras de Lorena. Ella respiró profundamente, intentando calmarse.
Leo fue 4 años un sicario Saúl sabría como disparar y matar-dijo Lorena- no hagamos algo de lo que haga que Leo vea que no lo apoyamos ¿tu quieres ver a tu hijo en la cárcel pudriéndose solo porqué nosotros no lo frenamos a tiempo?
Esa noche, mientras Saúl dormía profundamente, su mente lo llevó a un lugar oscuro y aterrador.
En el sueño, Saúl estaba frente a una escena que parecía sacada de una pesadilla. La escuela estaba rodeada de patrullas policiales, luces rojas y azules parpadeando en todas direcciones. Cuando Saúl logró abrirse paso entre la multitud, vio a Leo, con la mirada fría y sin remordimientos, sosteniendo una pistola. En el suelo, el cuerpo sin vida de Carmen yacía inmóvil.
¡LEONARDO! -gritó Saúl, sintiendo cómo su pecho se comprimía con el horror de la escena.
Leo giró la cabeza hacia su padre, con los ojos vacíos, como si el chico que alguna vez fue estuviera perdido para siempre.
Te lo advertí, papá. Si ustedes no hacen justicia, lo haré yo.
Los oficiales se acercaron rápidamente, esposándolo.
Tienes derecho a guardar silencio -dijo uno de los policías mientras arrastraba a Leo hacia el auto patrulla.
¡Papá, tú no hiciste nada para evitar esto! -gritó Leo mientras era empujado al interior del vehículo, su voz resonando en la cabeza de Saúl como un eco interminable.
La escena cambió abruptamente, llevándolo a una sala de juicio. Leo estaba detrás de unas rejas, luciendo cansado y completamente derrotado. El Juez dictaba sentencia:
Leonardo Gomez Padilla será enviado al tutelar de menores hasta cumplir la mayoría de edad. Después cumplirá cinco años en prisión.
Saúl quiso hablar, gritar, hacer algo, pero estaba paralizado. Solo podía observar mientras la vida de su hijo se desmoronaba.
El sueño no terminó ahí. Ahora veía a Verónica, devastada por la ausencia de Leo. En un callejón oscuro, David, su exnovio, la arrinconaba.
¿Pensaste que podrías escapar de mí? -dijo David con una sonrisa cruel mientras la sujetaba del brazo.
Verónica intentaba resistirse, pero estaba sola y sin fuerzas para luchar. Saúl sintió una impotencia desgarradora al darse cuenta de que todo esto era consecuencia de su inacción, de no haber apoyado a Leo cuando más lo necesitaba.
El último golpe llegó cuando vio a Verónica en el hospital, con heridas visibles y lágrimas en el rostro.
Si Leo estuviera aquí, esto no habría pasado -susurró ella en el sueño, mirándolo directamente a los ojos, como si lo culpase.
Saúl despertó de golpe, sudando y con el corazón latiendo desbocado. Miró a su lado, donde Lorena dormía, ajena a la pesadilla que lo había estremecido. Respiró profundamente, sintiendo que su pecho todavía estaba oprimido.
Se sentó al borde de la cama, con las manos temblorosas, repitiéndose una y otra vez las palabras de Leo en el sueño: "Papá, tú no hiciste nada para evitar esto."
Por primera vez, Saúl comprendió el peligro real en el que estaba su hijo y el peso de sus propias decisiones. Ya no podía seguir justificando el abuso ni quedarse de brazos cruzados.
El lunes 
Cuando Leo estaba por irse a la escuela
Saúl se acerca y lo abraza pidiéndole que no cometa alguna locura en la que después se arrepienta
¿A qué diablos te refieres?-Leo confundido preguntó 
Y Saúl debió contarle su sueño en donde vio lo que pasaría si Leo comete la locura que amenazó de matar a Carmen 
El viernes soñé con un sueño donde matabas a Carmen y eras condenado a prisión Vero sufría al no tenerte y tanto David su ex como Óscar su hermano la obligaban a volver con David y este la violentaba 
Por otro lado Amelia lograba que los guardias se pongan contra ti y cada vez que la rechazabas ellos te pegaban 
El rostro de Leo pasó de la incredulidad a la incomodidad, y finalmente a la furia contenida. Respiró hondo, tratando de calmarse.
Eso solo fue un sueño, Saúl. No significa que vaya a pasar.
Saúl lo tomó por los hombros, mirándolo con seriedad.
Tal vez solo fue un sueño, hijo, pero no puedo dejar de pensar que hay una posibilidad de que algo así ocurra. Tú sabes cómo es la vida, cómo pueden complicarse las cosas. No quiero verte destrozar tu futuro ni el de Verónica por una decisión impulsiva.
Leo apartó la mirada, sintiéndose atrapado entre su orgullo y las palabras de Saúl. Finalmente, suspiró, asintiendo con la cabeza.
Está bien, lo pensaré... Pero te aseguro que si Carmen vuelve a meterse conmigo, no me voy a quedar de brazos cruzados.
Saúl asintió, aunque sabía que Leo seguía al borde del abismo. Lo abrazó una vez más, esperando que sus palabras hicieran eco en su mente.
Solo recuerda, Leo... siempre hay otra forma. No quiero perderte.
Leo no respondió, pero cuando salió por la puerta, las palabras de Saúl seguían resonando en su cabeza.
Saúl si realmente quieres evitar que Leo llegue a lo de tu sueño ve a hablar con la Directora y explica el sufrimiento de Leo con las profesoras Carmen y Sofia con la chica fan loca e hija de Uriel Amelia y también de los bullies porque Leo va a terminar haciendo su amenaza-dijo Lorena sirviéndole el desayuno al pequeño Osvaldo que se había quedado dormido porque estaba medio enfermito
Saúl levantó la mirada, pero no respondió de inmediato. Sabía que Lorena tenía razón, pero algo en su interior le impedía moverse. 
Saúl, escúchame. -Lorena lo miró con seriedad mientras limpiaba la boquita de Osvaldo con una servilleta.- Leo está al límite. Puede que no lo diga, pero yo lo veo. Está cansado, harto, y si no hacemos algo, él terminará cumpliendo con su amenaza. Y si eso pasa... -hizo una pausa, tomando aire.- Será culpa nuestra por no haberlo frenado a tiempo.
Saúl suspiró, pasando una mano por su rostro.
¿Crees que no lo sé? He estado pensando en eso desde que tuve ese maldito sueño. Pero no sé si ir a la directora cambiará algo. Esa gente nunca escucha.
Lorena se acercó, apoyando una mano en su hombro.
¿Y qué prefieres? ¿Quedarte sentado y arriesgarte a perder a tu hijo, verlo esposado o peor, Saúl? Esto no es una opción, es tu deber como padre. Leo necesita que alguien lo defienda. Si no lo hacemos nosotros, nadie más lo hará.
Saúl asintió lentamente, sintiendo el peso de las palabras de su esposa. Observó a Osvaldo, quien comía su desayuno con lentitud, y pensó en cómo sería perder también a Leo, el hijo mayor al que, en el fondo, admiraba más de lo que se permitía admitir.
Está bien. Hablaré con la Directora hoy mismo.
Eso espero. -Lorena lo señaló con la cuchara mientras se dirigía al fregadero.- Porque no quiero vivir para ver a mi hijo destruirse por algo que pudimos haber evitado.
Mientras Saúl terminaba su café, se prometió a sí mismo que esta vez no dejaría que el sistema, ni los prejuicios, ni el miedo al qué dirán, le ganaran. Leo no estaba solo, y era momento de demostrárselo.
Llegando a la escuela 
Leo caminaba lentamente, apoyado en su bota ortopédica. Su rostro mostraba cansancio, pero también una determinación fría que advertía a cualquiera que se atreviera a molestarlo.
Sin embargo, Austin y su grupo de amigos no podían dejar pasar la oportunidad de fastidiarlo.
¡Mira quién viene, el Rey de las Excusas! -se burló Austin, acercándose con una sonrisa burlona.
¿Esa bota es para fingir más profesionalmente o qué? -añadió Héctor, provocando risas en el grupo.
Leo se detuvo, cerrando los ojos por un segundo mientras intentaba controlar su creciente frustración. Finalmente, los miró con una mirada afilada.
¿Tienen algún problema conmigo, idiotas? -preguntó con voz baja, pero peligrosa.
Sí, claro que lo tenemos, Gómez, -dijo Austin, acercándose aún más.- Nuestro problema es que vienes aquí buscando lástima cuando todos sabemos que no estás realmente lesionado.
Los otros chicos rieron, alentando a Austin. Sin pensarlo dos veces, Leo soltó la mochila al suelo y con un movimiento rápido lanzó un golpe directo al rostro de Austin, quien retrocedió tambaleándose.
Antes de que los demás pudieran reaccionar, Leo giró sobre su pie sano y conectó una patada lateral al torso de Austin, mandándolo a volar hacia atrás. Austin chocó contra la pared del edificio, justo debajo de la ventana de la oficina de la Directora María Graciela.
El estruendo llamó la atención de la directora, quien rápidamente salió de su oficina. Austin estaba aturdido en el suelo, mientras el resto del grupo retrocedía, confundidos y asustados.
¿Qué está pasando aquí? -preguntó María Graciela, con voz firme, mientras observaba a Austin tratando de levantarse.
Héctor dio un paso adelante, señalando al aire.
¡Nada, Directora! Solo estábamos... hablando.
María Graciela alzó una ceja, notando a los demás chicos en el grupo.
¿Solo hablando? Entonces, ¿porqué Austin está estrellado contra mi pared?
Mientras los bullies trataban de inventar una excusa, Leo ya había desaparecido. Estaba entrando al edificio y presionaba el botón del ascensor, sin mirar atrás.
Dentro del ascensor, respiró profundamente, sintiendo un leve dolor en el tobillo lesionado, pero no le importó.
Uno menos, -murmuró para sí mismo, mientras las puertas del ascensor se cerraban detrás de él.
En el exterior, la Directora seguía interrogando a los bullies, pero ninguno se atrevía a mencionar el nombre de Leo.
Esto no va a quedar así, -advirtió María Graciela, mirando a los chicos con desconfianza.-Vayan a la enfermería y luego a mi oficina. Necesitamos hablar seriamente.
Los bullies asintieron, nerviosos, mientras se alejaban.

Las horas pasaron y más cuando era casi el mediodía 
en la hora de Escritura 
Sofia se había dejado llevar por los rumores de los bullies de que Leo fingía su lesión lo cual no es así 
Pero cuando quiso llamar a Leo esté con los auriculares no la escucho estaba recibiendo mensajes de sus sicarios 
Kevin Julio Andres Gastón Sergio Walter Esteban Ernesto Enrique y Eduardo diciendo que les pagarán millones por ir a robar un museo 
Leo rechazo la oferta pero sonriendo con maldad les propuso algo mejor darle una lección a sus bullies y a las profesoras que lo discriminan por zurdo 
En la hora de geometría con Carmen 
Leo los espero en la entrada y cuando ellos llegaron al aula 15 
Leo abrió la puerta y entro 
Carmen se burló de que llego tarde y que sería castigado 
Pero justo detrás entraron los otros sicarios 
Quienes son tus amiguitos?no estudian aquí
Son mis amigos sicarios y ellos te darán una lección de por vida Kevin adelante 
Kevin da un paso al frente y la golpea en la cabeza a Carmen tirándola en el acto para luego darle patadas y patadas hasta que la Directora Maria Graciela llego a la puerta 
Leo les hizo una señal a sus amigos de que salgan por la ventana y él se fue a sentar sin antes dar una clara advertencia a los bullies con la típica señal de cuello cortado y señalarlos
Después de eso Leo se sentó con Vero y actuó como si nada
¿Lista para geometría, amor?-dijo Leo
Carmen intentó acusar a Leo pero este se hizo el inocente diciendo que es un pan de dios y que no hizo nada malo
Al final del día cuando Leo ya se iba a casa 
Carmen lo encaro 
Sin embargo Leo chasqueo sus dedos y se asomaron los chicos por lo que Carmen aterrada de volver a ser pateada por menores de edad y adolescentes se alejó y permitió que Leo siguiera su camino
La Directora Maria Graciela vio que Leo era el responsable por lo que llamó por teléfono a los padres de Leo y explicando lo sucedido en clase y la salida pidió que hablaran con su hijo
Ya en casa, Leo estaba acostado en el sofá cuando Saúl y Lorena recibieron la llamada de María Graciela. Lorena contestó primero.
Buenas tardes, Directora. ¿Ocurrió algo?
María Graciela suspiró profundamente antes de comenzar.
Lamento molestarlos, pero necesitamos hablar seriamente sobre el comportamiento de su hijo Leo. Hoy en la escuela ocurrieron incidentes graves. Golpearon a la profesora Carmen en clase y, aunque no tengo pruebas directas, todo apunta a que Leo organizó el ataque.
Saúl, que estaba escuchando, se acercó rápidamente al teléfono, tomando el auricular de las manos de Lorena.
¿Está segura de eso, Directora?-preguntó Lorena 
Totalmente. Además, hace un momento en la salida, Leo intimidó a la profesora nuevamente, respaldado por un grupo de jóvenes que claramente no pertenecen a la escuela. Esto está completamente fuera de control. Necesitan hablar con él antes de que cometa algo aún peor.
Lorena cubrió su rostro con las manos, visiblemente angustiada, mientras Saúl prometía que hablarían con su hijo de inmediato.
Gracias por informarnos, Directora. No se preocupe, esto no volverá a pasar.
Espero que así sea, señor Gómez Padilla, porque no podré tolerar más incidentes de este tipo.
Leo estaba viendo televisión cuando Saúl entró a la sala, con una mirada severa.
Apaga eso, Leonardo. Tenemos que hablar.
Leo levantó una ceja, apretando los labios con una mezcla de fastidio y desafío.
¿Ahora qué hice?
Lorena apareció detrás de Saúl, cruzándose de brazos.
La Directora nos llamó. Nos contó todo lo que pasó hoy. ¿Qué significa esto de traer a tus amigos para golpear a una profesora? ¿Qué crees que estás haciendo?
Leo sonrió ligeramente, sin molestarse en negarlo.
Solo estaba resolviendo algunos problemas. Carmen lo tenía merecido.
Saúl dio un paso hacia él, señalándolo con firmeza.
¡Eso no es resolver nada, Leo! Intimidar, golpear... ¡Eso solo te llevará a un lugar del que no podrás salir!
Lorena, más calmada pero igualmente preocupada, se sentó frente a Leo.
Hijo, no puedes seguir así. Entendemos que has pasado por mucho, pero esto no es la solución. Te estás poniendo en peligro.
Leo se cruzó de brazos, mirando hacia otro lado.
No me importa. Nadie hace nada por mí, así que lo hago yo mismo. Y si alguien más intenta meterse conmigo, recibirá lo mismo.
Saúl suspiró profundamente, acercándose.
No queremos verte terminar mal, Leo. Lo que haces tiene consecuencias, y lo sabes. Mira, no es tarde para cambiar. Déjanos ayudarte antes de que esto se salga de control.
Por un breve momento, los ojos de Leo mostraron una pizca de duda, pero rápidamente recuperó su actitud desafiante.
Hagan lo que quieran. Yo sé cuidar de mí mismo. Si querían evitar esta situación no me hubieran abandonado emocionalmente con 4 años y dejarme desplazado esperando que lo tomara con madurez con 4 años no lo iba a tomar con madurez.No lo iba a tomar con madurez, porque era un maldito niño.
Lorena, con lágrimas en los ojos, intentó acercarse a él.
Hijo, sé que fallamos... Sé que te dejamos solo cuando más nos necesitabas, pero no fue porque no te amáramos.
Leo rió sarcásticamente, alejándose un paso de ella.
¿Amarme? ¿Así llaman a ignorarme mientras cuidaban a Nicholas como si yo ya no existiera? ¿Así llaman a decirme que debía ser el 'hermano mayor responsable' cuando lo único que quería era un poco de su atención?
Saúl trató de mantener la calma, pero el peso de las palabras de Leo lo golpeaba con fuerza.
Leo, no podemos cambiar el pasado, pero estamos aquí ahora. Queremos ayudarte.
Leo negó con la cabeza, señalándolos con el dedo.
¿Ahora? ¿Después de todo lo que pasé? ¿Después de que tuve que aprender a sobrevivir solo, a defenderme, porque ustedes no estaban? No necesito su ayuda. Yo ya sé cómo manejarme.
Lorena sollozó, agarrándose al brazo de Saúl.
Por favor, Leo. No queremos perderte. No queremos que tomes un camino del que no puedas regresar. Dinos cómo podemos arreglarlo."
Leo los miró con una mezcla de rabia y tristeza.
No pueden arreglarlo. El daño ya está hecho. Ustedes fueron los primeros en dejarme atrás. Ahora, solo me queda confiar en mí mismo.
Con esas palabras, Leo tomó su mochila y salió de la casa, dejando a Saúl y Lorena paralizados en la sala, enfrentando el peso de sus errores y el abismo que se había formado entre ellos y su hijo
Entiendo que estén preocupados ahora. Pero ya es tarde. Aprendí a cuidarme porque ustedes no lo hicieron. Así que no me vengan con sermones sobre consecuencias, porque ya viví las peores gracias a ustedes. Fui un sicario fui un asesino por lo que las consecuencias me valen .Si realmente quisieran ayudarme, ya habrían hecho algo con esas profesoras, con los bullies, con la loca de Amelia. Pero no lo han hecho. Siempre soy yo quien tiene que arreglar todo solo. 
Saúl y Lorena intercambiaron miradas preocupadas, sabiendo que las cosas estaban lejos de resolverse.

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