CAPITULO 99 PARTE 4:
Osvaldo, emocionado por la reacción de los demás, también quiso imitar a su hermanita.
¡Frío, frío, frío!
La risa se duplicó, y Leo no pudo evitar sonreír con ternura. Miró a su alrededor, a su familia, a sus amigos, y sintió un calor reconfortante en su pecho. Esta era su verdadera victoria: estar rodeado de amor y felicidad.
Hola Nicky-dijo una chica- Jessica ¿que estas haciendo aqui?-preguntó Nicholas Pues vi que tu hermano gano el concurso y vine a verte-dojo Jess A verme porqie?-preguntó Nicho Porqie me gustas y me gustaría preguntarte si quieres salir conmigo a una salida-dijo Jessica
Nicholas se quedó en silencio por un momento, sorprendido por la confesión de Jessica. Miró a Leo, quien lo observaba con una sonrisa traviesa, sabiendo exactamente lo que pasaba.
¿De verdad? -preguntó Nicholas, sin saber si estaba soñando o si Jessica estaba hablando en serio.
Jessica asintió, nerviosa pero decidida.
Sí, de verdad. Me gustas y quería saber si te gustaría salir conmigo algún día. No sé, algo tranquilo, quizás al parque o a una película…
Nicholas se rascó la cabeza, un poco rojo por la situación. Miró a sus hermanos y amigos que estaban observando con atención, y luego se giró hacia Jessica.
Bueno… yo también creo que me gustas, así que sí, me gustaría salir contigo. Pero… solo si me dejas escoger el lugar, ¿vale? -respondió, con una sonrisa tímida pero sincera.
Jessica no pudo evitar sonrojarse al escuchar su respuesta.
¡Claro! Tú eliges. ¡Estoy feliz de que hayas aceptado! -exclamó, iluminándose.
Leo, Manu, Vero y los demás no podían dejar de sonreír al ver cómo se desenvolvía la situación. Nicholas, aunque un poco nervioso, se sentía emocionado por esta nueva experiencia.
Oye, Nicho, ¡te acabo de salvar! -bromeó Leo, provocando que todos se rieran.
Gracias, hermano -respondió Nicholas con una sonrisa pícara.
Jessica se acercó a Nicholas y le dio un pequeño abrazo.
Entonces, estamos de acuerdo -dijo Jessica, mirando a Nicholas con una mezcla de emoción y nerviosismo.
Nicholas asintió, sintiendo una pequeña chispa de alegría y esperanza por lo que podría ser su próxima aventura.
Osvaldo miró a Leo con una mezcla de incredulidad y diversión.
¿A los 15? ¿Y qué pasa si ya me gusta alguien antes de esa edad? -preguntó Osvaldo, cruzándose de brazos, pero sin poder evitar sonreír.
Leo le lanzó una mirada seria, aunque su expresión era más bien juguetona.
Nada de novias hasta los 15, ¿entendido? Ya suficiente tengo con ver cómo mi hermano de 13 años ya tiene novia -respondió Leo, guiñándole el ojo a Nicholas, quien estaba mirando la conversación desde el lado.
Pero Leo, ¿por qué tienes que ser tan estricto con nosotros? -preguntó Osvaldo, casi en tono de broma.
Porque soy el hermano mayor, y mi trabajo es asegurarme de que no cometan los mismos errores que yo -respondió Leo, guiñándoles un ojo.
Todos se rieron al escuchar su respuesta. Isabela, que generalmente no solía estar tan de acuerdo con las reglas de Leo, miró a su hermano mayor con una sonrisa traviesa.
Está bien, hermano. Pero no te emociones demasiado, ¡que la vida da muchas sorpresas! -dijo Nicholas con tono desafiante.
Leo lo miró, sintiendo que, aunque le molestara un poco el tema de las "reglas", era parte de cuidar a sus hermanos. Sonrió y les dio un toque en la cabeza a ambos.
Lo que digan las reglas es ley, ¡por ahora! -respondió, antes de seguir con su helado, mientras el grupo continuaba disfrutando de la conversación y las bromas.
Leo miró a Osvaldo con una expresión de seriedad y luego se dirigió a Isabela con una sonrisa traviesa.
A ti, Isa, ni se te ocurra pensar en parejas hasta que cumplas los 18 años -dijo Leo en tono juguetón, provocando algunas risas.
Isabela, por supuesto, no comprendía la conversación, pero se rió felizmente al ver que todos se estaban divirtiendo.
Osvaldo, un poco más consciente de la situación, se cruzó de brazos.
¿Y yo qué, Leo? ¿A los 15? ¿Y si ya me gusta alguien antes de esa edad? -preguntó Osvaldo con cara de broma.
Leo levantó una ceja, pretendiendo ser serio.
Sí, Osva, a los 15. Y nada de novias antes de esa edad. ¡Esa es la regla! -respondió Leo, haciendo una pausa antes de sonreír.
El ambiente se llenó de risas mientras los tres hermanos continuaban bromeando entre ellos, disfrutando de la tarde.
Al Día siguiente cuando Leo llegó a la escuela fue recibido por carteles de felicitaciones
Vero lo esperaba en la entrada y lo beso en los labios y así un pequeño acto para agradecer a Leo de participar en el concurso
Eso es una bienvenida de campeón! -bromeó Manuel, dándole una palmada en la espalda.
Tampoco exageren -dijo Leo, algo sonrojado, aunque con una sonrisa.
Vero lo miró con orgullo.
No es exageración, Leo. Hiciste algo increíble. No solo hablaste de historia, sino que compartiste la tuya… y tocaste a muchas personas con tus palabras.
Danielle asintió.
Exacto, fue una presentación impecable. Hasta me dieron ganas de pararme y aplaudir en medio del teatro.
¡Pero si lo hiciste! -rió Manuel.
Detalles -dijo Danielle, sacándole la lengua.
Leo agradeció ese pequeño gesto y comentó que no hubiera sido posible esto sí no hubiera sido que sus padres biológicos lo abandonaran emocionalmente si no fuera por eso Leo no habría conocido a los qie son sus padres adoptivos y no tendría una dulce hermana menor terremoto además no tendría una linda novia que lo apoyo en todo y evito que pasarán las tragedias (como cuando Leo intentó quitarse la vida porque sus padres biológicos no le daban atención y no se preocupaban por él)
Vero tomó su mano y la apretó suavemente.
Y nosotros no tendríamos a Leo, el amigo, el hermano, el compañero que siempre está cuando se le necesita.
Es verdad -dijo Manuel, poniéndole un brazo sobre los hombros. -Todos aquí estamos orgullosos de ti, Leo.
Leo miró a su alrededor y sonrió con sinceridad.
Gracias… de verdad.
Los aplausos volvieron a llenar el pasillo mientras la directora se acercaba con una sonrisa.
Bien, bien, jóvenes, ya basta de alboroto. A sus clases -dijo con tono amable. Luego miró a Leo. -Felicidades, Rocket. Nos enorgullece tenerte como estudiante.
Leo asintió con respeto y, aún con esa calidez en el pecho, se dirigió con sus amigos a su salón, sintiéndose más fuerte que nunca.
Después de clases Leo fue a visitar a sus padres biológicos en la cárcel no para discutir sino para agradecer
Leo entró con paso firme, sin rastro de miedo ni rencor en su rostro. Sabía porqué estaba ahí, y esta vez no era para discutir ni pelear. Unos minutos después, sus padres biológicos fueron escoltados hasta él. Se veían desgastados, con el peso de sus propios errores reflejado en sus rostros.
Su madre fue la primera en hablar.
¿Viniste a burlarte? ¿A echarnos en cara tu "gran vida"?
Leo se sentó frente a Lorena y Saúl, sus padres biológicos, con una expresión serena pero firme. Ellos lo miraban con una mezcla de sorpresa y desdén.
¿Para qué viniste? -preguntó Lorena con frialdad, cruzándose de brazos.
Leo sonrió de lado y apoyó los codos en la mesa.
No se preocupen, no vengo a discutir ni a reclamarles nada -dijo con tranquilidad-. De hecho, vengo a agradecerles.
Saúl arqueó una ceja con incredulidad.
¿Agradecernos? ¿Porqué?
Leo tomó aire y los miró directo a los ojos.
Porque si no hubiera sido por ustedes, por su abandono emocional, por su negligencia, por el maltrato… jamás habría encontrado a mi verdadera familia. Si ustedes no me hubieran hecho la vida imposible, jamás habría conocido a mis verdaderos padres. No tendría a Isabela, mi pequeña terremoto. No tendría a mis amigos que me han apoyado en todo. No tendría a mi novia, quien evitó que me hundiera del todo cuando pensé que ya no valía la pena seguir.
Lorena bajó la mirada, apretando los labios, mientras Saúl resoplaba con burla.
Sigues siendo el mismo mocoso engreído de siempre -espetó su padre con desprecio.- No sabes lo que dices.
Leo soltó una pequeña risa sin humor.
Al contrario, sé perfectamente lo que digo. Se inclinó ligeramente hacia adelante.-Gane un torneo de karate, gane el concurso de historia, estoy a un paso de egresar, a un paso de superar barreras por mi dislexia… Y todo gracias a ustedes. A su odio, a su negligencia, a su egoísmo.
Lorena entrecerró los ojos.
No eres más que un ingrato. Nosotros te dimos la vida.
Leo se recargó en la silla, completamente tranquilo.
Sí, me dieron la vida, pero nunca me la quisieron dar de verdad. Nunca me vieron como un hijo, solo como una carga. Pues bien, ya no soy su carga. Ya no tienen ningún control sobre mí. Y quiero que les quede claro algo…
Hizo una pausa, asegurándose de que ambos lo miraran.
Yo gané. Ah y para que lo sepan saque 10 en mi examen de geometría y fui el único que sacó 10 para que vean que no soy tonto como decían ustedes soy inteligente solo que nunca me dieron oportunidad para demostrarlo ya que ustedes junto a Carmen decían que ser zurdo era un defecto dejenme decirles que no es así ser zurdo es ser tu mismo y si esa cabeza suya no lo entiende es que son cabezas de termo
Sin decir más, Leo se levantó, dio media vuelta y salió de la sala, dejando a Lorena y Saúl hundidos en su propia miseria.
Leo salió sin mirar atrás, con la frente en alto y la seguridad de alguien que ha superado su peor tormenta. La puerta se cerró tras él, dejando a Lorena y Saúl en el más absoluto silencio.
¿Qué… qué acabamos de hacer? -murmuró Lorena, con la voz quebrada.
Saúl no respondió. Sus ojos se quedaron fijos en la mesa, sin poder procesar lo que acababa de escuchar. Toda su vida se habían convencido de que estaban en lo correcto, de que Leo era el problema. Pero ahora, las palabras de su hijo los habían dejado sin argumentos.
Ya no había nadie a quien manipular. Nadie a quien culpar. Nadie que los esperara fuera de esa prisión.
Leo, por su parte, salió del recinto con el corazón ligero. Respiró hondo, sintiendo la brisa golpear su rostro. Había cerrado un capítulo de su vida. No necesitaba su perdón ni su amor. Él ya tenía una familia real que lo quería y lo apoyaba.
Sonrió.
El pasado ya no tenía poder sobre él.
Leonardo llego a casa donde su hermanita Isabela y hermanitos Nicholas y Osvaldo lo recibieron
Cuando Leo los vio a los 3 estos estaban con harina
¿Que diablos paso aquí?¿guerra de comida o de cocinar algo?-pregunto Leo
Galletas-dijo Isa
Galletas?-pregunto Leo-hacían galletas?interesante forma de ensuciarse pero Nicky como terminaste con la ropa llena de harina?la cara lo entiendo Isabela Osvaldo ustedes se lanzaron harina?
Osvaldo se rió mientras sacudía su camisa.
No fue nuestra culpa, Leo. Isa quiso mezclar la harina y terminó lanzándola por todos lados.
¡No fui yo! -protestó Isabela con sus manitos llenas de masa. -Fue la harina que voló sola.
Leo cruzó los brazos y miró a Nicholas.
¿Y tú? ¿Cómo terminaste así?
Nicholas suspiró resignado.
Yo solo quería poner la harina en el tazón, pero Osva estornudó y... bueno, el resto es historia.
Leo negó con la cabeza, intentando no reír.
Dios… ustedes no pueden ser más terremotos. Bueno, ya que empezaron esto, ¿dónde están las galletas?
Isabela sonrió con orgullo y señaló la bandeja en la mesa.
¡Aquí! Pero faltan hornear.
Pues vamos a hacerlas bien, pero esta vez sin que parezca que pasó un tornado por la cocina, ¿ok? -dijo Leo, acercándose para ayudarlos.
Los tres asintieron emocionados y, con Leo supervisando, retomaron la preparación, esta vez con menos desastre… o al menos eso intentaron.
Una vez las galletas listas
Leo las saco del horno y al ver que sus hermanos de 13 5 y 1 año querían agarrarlas los reto y dijo que debían esperar
Leo sacó la bandeja del horno con cuidado y la colocó sobre la mesa.
¡Listo! Pero ni se les ocurra tocarlas todavía -advirtió, mirando a Nicholas, Osvaldo e Isabela, que ya tenían las manos listas para agarrar una.
¡Pero huelen rico! -se quejó Osvaldo.
¡Y quiero galleta! -dijo Isabela con un puchero.
Leo cruzó los brazos y los miró con seriedad.
No insistan. Están calientes y no quiero que nadie se queme. Hay que esperar a que se enfríen.
Nicholas suspiró.
¿Cuánto tiempo?
Unos minutos -respondió Leo. -Mientras tanto, ¿porqué no limpiamos el desastre que hicieron?
Osvaldo y Nicholas pusieron cara de fastidio, pero Leo los fulminó con la mirada.
Nada de caras largas. Isa, tú también ayudas.
Isabela aplaudió con entusiasmo.
¡Sí! ¡Limpiar, limpiar!
Mientras todos recogían la harina y lavaban los utensilios, el delicioso aroma de las galletas llenaba la casa. Y cuando por fin estuvieron listas para comer, Leo repartió una a cada uno.
Ahora sí, disfruten -dijo, tomando la suya y dándole un mordisco.
¡Mmm! ¡Valió la pena esperar! -exclamó Osvaldo con la boca llena.
Leo sonrió, disfrutando del momento en familia.
Josefina y Martín entraron a la casa después de un largo día de trabajo y se encontraron con una escena que les sacó una sonrisa.
Leo, su hijo de 17 años, estaba sentado en la mesa con una galleta en la mano, mientras su hermanita Isabela, de apenas un año, intentaba darle mordiditas a la suya con mucha emoción.
Al otro lado, Nicholas, de 13 años, compartía su galleta con Osvaldo, de 5, quien mordía un lado mientras su hermano hacía lo mismo del otro, como si fuera un juego.
¡Miren nada más este cuadro familiar! -dijo Martín con una sonrisa.
¿Nos dejaron alguna galleta o ya se las comieron todas? -preguntó Josefina en tono divertido.
Leo levantó la vista y sonrió.
Hicimos muchas, así que hay de sobra. ¿Quieren?
¡Por supuesto! -respondió Martín, acercándose para tomar una. Le dio un mordisco y asintió con aprobación.- ¡Wow! Esto está delicioso.
Claro, si las hicimos nosotros -dijo Nicholas con orgullo.
Josefina se agachó para limpiar un poco la carita de Isabela, que tenía migajas por todos lados.
Parece que alguien disfrutó mucho su galleta, ¿eh, mi amor?
Isabela sonrió con la boca llena y aplaudió.
¡Más!
Todos rieron, disfrutando el momento familiar.
Finalmente llega el último día de clases
En la escuela
A un paso de ser egresados chicos a un paso de terminar la secundaria a un paso de nuestra fiesta de nuestro viaje de egresados-dijo Vero mientras estaban en el patio esperando a que se haga la hora de entrar
Y falta un paso para que Isabela cumpla los terribles 2 años
Leo hizo una mueca divertida.
No sé si estoy preparado para los terribles dos de Isa.
A un paso de la graduación, chicos. ¡Estamos a un paso de terminar la secundaria! -dijo Vero, con una sonrisa emocionada mientras se acomodaban en el patio, esperando que llegara la hora de entrar.
Manu asintió, viendo cómo el final de los estudios se acercaba rápidamente.
Lo sé, parece que fue ayer cuando entramos a primer año. Y ahora, estamos aquí, a punto de terminar.
Sí, y la fiesta de egresados está a la vuelta de la esquina -comentó Dani, con un brillo en los ojos.- Ya quiero ver cómo será, ¡el viaje va a estar increíble!
Leo se recargó en una de las columnas del patio, con la vista fija en el horizonte.
Sí, todo eso está muy bien, pero también pienso que es el momento de dar el siguiente paso, ¿no? Salir de la secundaria y empezar de verdad lo que sigue en la vida.
Vero lo miró, asintiendo.
Es cierto, todos tenemos cosas nuevas que enfrentar. Pero al menos tenemos la oportunidad de elegir lo que queremos, y con todo lo que hemos vivido, estoy segura de que lo haremos bien.
Leo sonrió levemente y luego agregó:
Y yo que pensaba que el reto más grande era salir de mi casa y sobrevivir a todo. Pero ahora sé que los mayores retos vienen después.
Manu se rió y palmeó el hombro de Leo.
Lo importante es que estamos juntos para enfrentarlos. ¡Nada nos detendrá!
Leo asintió, mirando a sus amigos. Estaban listos para lo que viniera, ya había pasado lo peor, y lo mejor aún estaba por llegar.
Leo miró su boletín con una leve sonrisa.
Nada mal… Geografía, 8. Literatura, 8. Inglés, 10. Historia, 10. Italiano, 9. Matemáticas, 9.
Vero se asomó para ver sus notas y le dio un codazo amistoso.
Sabía que ibas a sacar 10 en Historia. Te lo dije.
Y yo sabía que sacarías un 9 en Italiano -bromeó Manu.- Tanto que te quejabas de los verbos.
Cállate, que igual me fue bien -respondió Leo con una sonrisa.
Dani revisó su propio boletín y suspiró.
Bueno, chicos, un paso más y terminamos la secundaria. Solo un año más.
Un año más y somos egresados -dijo Vero emocionada. -Fiesta de egresados, viaje, cierre de ciclo…
Y un paso más para que Isabela cumpla los terribles 2 años -agregó Leo con ironía.
Los cuatro rieron, disfrutando el momento. La secundaria aún no terminaba, pero ya se sentía el inicio del final de una etapa.
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